¡Pero
mira qué eres imbécil!
Lo que si puedo entender es esa sensación, entre sibilina y aburrida, que dice experimentar. Yo siento lo mismo cada mañana cuando me veo reflejado en la luna de mi aseo. Aunque, ¡ojo!, no es la lozanía lo que me devuelve, el miserable, sino una verdad inquebrantable: ¡pero mira qué eres imbécil!.
Por mucho que me empeñe en llevar una vida provechosa, algunos hemos nacido incapaces de tamaña empresa. Y conste que lo intento, ¡a las muestras me remito!
No soy capaz de imaginar su
tormento. Encerrado de por vida en una
prisión dorada, la que corresponde a la
eterna juventud, alimentándose a diario de su reflejo inmaculado en el espejo.
Lo que si puedo entender es esa sensación, entre sibilina y aburrida, que dice experimentar. Yo siento lo mismo cada mañana cuando me veo reflejado en la luna de mi aseo. Aunque, ¡ojo!, no es la lozanía lo que me devuelve, el miserable, sino una verdad inquebrantable: ¡pero mira qué eres imbécil!.
Por mucho que me empeñe en llevar una vida provechosa, algunos hemos nacido incapaces de tamaña empresa. Y conste que lo intento, ¡a las muestras me remito!
Leo porque que dicen que cultiva; pongo la oreja en cuanto alguien habla de
un caso de éxito; peregrino, cual poseso, por conferencias y congresos repletos de gurús; me compro todas las novedades de autoayuda; tengo coach desde hace años; y, por si no fuera bastante, traigo frito al cura de mi parroquia.
Todo ello buscando el elixir que me permita salir de esta pertinaz rutina.
¿Resultado? Nada, de nada. Si quieres milagritos.... ¡a Lourdes!
Todo ello buscando el elixir que me permita salir de esta pertinaz rutina.
¿Resultado? Nada, de nada. Si quieres milagritos.... ¡a Lourdes!
Total, que entiendo bien al
anciano, en años, del que hoy hablan desquiciadamente los periódicos. Ese nonagenario, con el cutis de Justin Bieber, que se ha convertido hoy
en trending topic.
Parece ser que el individuo se ha
proclamado, ante los medios convocados en el Hospital
Infanta Leonor, como “un alma errante que no ha conocido el sentido de la vida”,
¡apaga y vámonos!. ¿Qué por qué?, ¡Y a mi
que me cuentan!
Yo, como mucho, les puedo decir que
sus declaraciones a lo que me recuerdan es a mi encuentro matinal en el
excusado de mi humilde hogar: ¡pero mira
qué eres imbécil!
De la cosecha de La brujuleadora de caminos
Desconozco la noticia (debido a mi mala relación con la prensa, cualquier día desconoceré los propios periódicos), pero, por lo que dices, entiendo que se trata de un menda de 90 años sin arrugas. Pues es lógico que diga que no le ha encontrado sentido a la vida. La vida -vivida- te arruga, eso es lo bueno. Como buena es tu exposición, sí señora. Felicidades.
ResponderEliminarNo sufras querido cuentista, no existe tal noticia. Todo fue ficción, de la brujuleadora.....snif, snif.
ResponderEliminarEl protagonista en el fondo no es que sea imbécil, es humano el angelito, y como la que suscribe trabaja en pis de descubrir el maná de la paz interior....ese camino que en el fondo jamás dejaremos de brujulear.
Sarcasmo, soloha sido sarcasmo!!!!!